Entre las diversas teorías sobre su origen hay
una que se remonta, hay una que se remonta
a los meses siguientes a la resurrección de Jesús.
Cuenta la tradición que María Magdalena, tras
la resurrección de Jesús, fue a llevar su mensaje por lo que luego sería
Europa, llegando a encontrarse con el mismísimo emperador de Roma, que no le
creyó la noticia de la resurrección y burlándose de ella le dijo: que no la
creía y que si era así de fácil que un hombre volviese de la muerte, entonces
sería fácil que se volvería rojo el huevo que Magdalena tenía en sus manos. Al
momento el huevo se volvió rojo.
La antigua cultura fenicia lo utiliza, junto
con un conejo, para representar la fertilidad
Por otra parte estaría la teoría que se basa en un origen cristiano, y es que fue en el
siglo XIII cuando comenzaron a pintarse los primeros huevos de Pascua como una
forma de conservación de este alimento en cuaresma, ya que era un alimento
prohibido por la Iglesia. Los seguidores de esta tradición guardaban los
huevos, y para mantenerlos frescos los bañaban con una fina capa de cera
líquida.
Una vez
terminada la Cuaresma, se reunían delante de la iglesia de su ciudad, y los
regalaban para poder disfrutarlos después en Pascua como un motivo de
celebración. Desde el punto de vista cristiano se dice que representan la
aparición de Jesús tras su resurrección.
Lo cierto es
que desde la época medieval el huevo decorado se convirtió en uno de los
alimentos propios de Semana Santa y un preciado regalo para los niños y los
sirvientes. Así comienza a quedarse instaurado como una tradición arraigada hasta nuestros tiempos, aunque cada país ha
desarrollado su propia manera de decorar los huevos de Pascua.
Hoy día además de ser fiesta popular en la
zona, se hacen concursos sobre su decorado en los colegios y dentro de las actividades previstas por los
ayuntamientos.
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