Por ello, entre otras razones, no podía pasar sin
aportar mi granito de arena (aunque llegue un poco tarde) a la causa de
intentar dar más significado y profundidad a este término que, sólo como
curiosidad, etimológicamente, hace referencia a la educación de la
palabra, ya que está compuesto por las palabras griegas: logos –palabra- y
paideia –educación-. Para seguir con la citada causa, me gustaría aportar mi
visión personal y es que considero que se trata de un trabajo que requiere
entrega personal, así como gran capacidad de empatía y con frecuencia, al ser
una figura poco conocida, tal y como había dicho, se suelen reducir
drásticamente sus funciones a "el/ la que enseña a hablar y/ o a pronunciar".
Esto no es que sea falso, pero su alcance es mucho mayor de lo que dicho así
aparenta. Por tanto, denominarlo de esta
forma, aunque se haga para abreviar y con la mejor voluntad, simplifica tanto
sus competencias que también minimiza su valor. Además, también resulta
negativo en el sentido de que muchas personas, que pueden ser susceptibles de
necesitar sus servicios, pueden no tener ni la más remota idea de ello. En mi
opinión, esto es una enorme pena (tanto para paciente como para el/ la terapeuta
que se gana la vida con ello).
Por otro lado, conocer un poco más lo que supone
la logopedia, su radio de acción y funciones, normaliza los ejercicios y actividades
que se llevan habitualmente en sus consultas. Es muy común que se los/ as
visualice soplando la vela o moviendo la lengua, lo que les otorga una imagen
de excéntricos/ as aparentemente sin causa, aunque, obviamente, todo tiene su
razón.
Por todo esto, para ayudar a profundizar un poco
más la figura del o la logopeda lo primero de todo, comenzaremos diciendo qué
es realmente la logopedia:
La
Logopedia es la disciplina encargada de la prevención, evaluación y tratamiento
de los trastornos de la comunicación, el lenguaje, el habla, la voz, la
audición, pero también de la deglución. Por ello la intervención de estos/ as
profesionales puede ser interesantes para toda la población: niños/ as,
adolescentes, adultos/ as y, por supuesto, personas mayores”.
Dicho esto, os comentaré algunas casuísticas y
patologías en las que este/ a
profesional es necesario:
Cuando se ha sufrido un daño cerebral, por
ejemplo, un ictus que ha mermado las habilidades lingüísticas,
expresivas y/ o comprensivas. Con logopedia se contribuye a restablecer las
habilidades comunicativas de estas personas y por tanto, su autonomía y
autoestima.
En personas que padecen enfermedades
neurodegenerativas (como Parkinson, Alzheimer, esclerosis múltiple…) la
intervención radicará en atenuar y frenar, en la medida de lo posible, el
avance de la sintomatología en lo que a lenguaje y comunicación respecta.
En cantantes el o la logopeda les enseñará
ejercicios para rentabilizar su voz sin hacerse daño y técnicas concretas.
En cualquier persona que quiera perfeccionar su
dicción, aumentando su inteligibilidad articulatoria y por lo tanto, haciéndose
entender mejor. Un caso concreto podrían ser locutores/ as de radio, también
presentadores/ as de televisión, figuras públicas o cualquiera para el/ la que
la voz sea su principal herramienta de trabajo.
En personas que notan su voz “ronca” (disfónica
sería el término apropiado) y comienza a suponerles una molestia y/ o observan
que la situación no mejora o incluso, empeora.
En personas que han sufrido un cáncer de laringe
que ha motivado su extirpación (laringectomizados): a través de la
intervención logopédica se les enseñará la forma de volver a “hablar”, aun sin
tener cuerdas vocales, usando la voz conocida como “erigmofónica”.
En casos de errores de pronunciación de
alguna letra. ¡Sí! También en adultos. Es posible solucionarlo y en mi opinión,
queda bastante más elegante y apropiado dirigirse, por ejemplo, a una
entrevista de trabajo, con una pronunciación adecuada que no fallando en la
articulación de algún fonema (sonido de letra). Todos/ as nos podemos representar
sin dificultad en nuestra mente a algún cargo público al que le ocurre esto y
suele, por esta razón ser objeto, de mofa. Quizá no sea muy justo hacerlo, pero
por otra parte, la solución no es tan complicada. El tema es que hay que hacer
un esfuerzo. Cada uno/ a debe considerar si le merece la pena.
Personas a las que les han colocado un implante
coclear. Éste es un pequeño dispositivo electrónico que se coloca a través
de una operación (haciendo la función de la cóclea) y que permite a las personas
con pérdida auditiva neurosensorial severa decodificar las señales acústicas.
Todo ello tras la rehabilitación llevada a cabo por un/ a logopeda. El último
paso consiste en que una persona implantada sea capaz de hablar por teléfono.
Para personas que presentan repeticiones de
sonidos, palabras y/ o bloqueos, es decir, fallos en la fluidez del habla, o lo
que se conoce como disfemia y traducido al lenguaje popular tartamudez.
El o la logopeda contribuirá a optimizar el ritmo de habla de esa persona, lo
que nuevamente repercutirá positivamente en su calidad de vida.
Para personas que padecen dolor al tragar y/ o se
atrangan al comer (disfagia): el/ la logopeda intervendrá mediante ejercicios motores orales, técnicas posturales
compensatorias, y enseñando maniobras de deglución.
Para niños/ as (y
no tan niños/ as) con deglución atípica: ésta consiste en la postura
inadecuada de la lengua a la hora de tragar lo que, finalmente, provoca
malformaciones en la dentadura. A través de la intervención logopédica se
corregirá esta posición anómala y se prevendrán los problemas ortodóncicos.
En niños/ as con
problemas de lenguaje y habla. La suerte aquí es que también tenemos en los
colegios (al menos en los públicos) la
figura del maestro/ a de Audición y Lenguaje. De todas formas, en ocasiones
puede ser recomendable combinar la actuación de ambos profesionales.
Estos son algunos
casos, como decía, pero la lista es más larga.
Os dejo el enlace a un artículo que me parece que refleja muy bien lo
que es la logopedia y además, me parece que está muy bien enfocado. En él
aparece una imagen de la película “El discurso del rey”, bastante recomendable
y un ejemplo de lo que aquí se expone.
Conclusión, el/ la logopeda no es ese/ a
profesional raro/ a que se dedica a quitar los callos de alguien mientras
sopla, es un/ a profesional que puede mejorar tu calidad de vida y que por
ello, merece mucho la pena que se difunda correctamente su ámbito de actuación
y los beneficios que su intervención puede aportar.
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